Desde Gijón llega a Otranto "El infierno de las chicas" de (precioso pseudónimo y alter ego de ), un conjunto de relatos con una carga emocional terrible. No es una lectura fácil, ni agradable, pero sí muy necesaria. La sutileza que caracteriza a las obras de los escritores nipones va en este caso un paso más allá: el autor se sirve de ella para criticar la débil situación que en aquel entonces (hablamos de inicios y mediados del s. XX) padecían las mujeres. No es este un libro feminista, pero sí reclama la feminidad de las mujeres más allá del papel que la sociedad estipulaba para ellas en ese momento.
En el relato "No tiene importancia" Toshihira Usuketa, médico otorrino, escribe una misiva a su colega y maestro, Hidemaro Shirataka, a raíz del suicidio de una joven, Yuriko Himegusa, quien tras una aparente inocencia escondía inextricables vericuetos emocionales. Los hechos narrados en la carta acabarán por implicar a los dos hombres en el terrible desenlace y llegaremos así a conocer un poco más a la desdichada Yuriko.
"Asesinatos por relevos" se compone de cartas entrelazadas entre jovencitas. A través de ellas conocemos a un conductor de autobuses que se dedica a asesinar a sus compañeras de trabajo: tras agasajarlas les pide compromiso y, una vez se cansa de ellas, las chicas desaparecen sin que la sociedad se preocupe por ello ('...tenía menos importancia que una carcasa de insecto' sentencia el crudo texto). Pero la muerte de Tsuyako, la última de sus víctimas, está a punto de ser vengada.
"La mujer de Marte" es quizá el relato más contundente de todos. A través de recortes de periódico descubrimos el incidente acontecido en un colegio de provincias. Tras lo que parece un incendio fortuito en un almacén en desuso se esconde algo más siniestro: el cuerpo carbonizado de una chica y los secretos que su pasado esconde. Carta tras carta y pista tras pista logramos arrojar algo de luz sobre el caso de la Miss Carbonizada, como les gusta llamarlo en los tabloides, cuya verdad servirá para arrancar de cuajo la máscara a algunos de los individuos más respetables de la comunidad.
con mayor intensidad que el vacío
que yacía en lo más hondo de mi corazón
y el vacío que se hallaba más allá
del azul del cielo eran exactamente
la misma cosa. Y además, comencé
a pensar que el hecho de morir era
algo sencillo y sin importancia.
El título del libro no es alegórico: los tres relatos suponen un infierno particular para cada una de las chicas que los protagonizan. Más allá del dolor físico existen los corazones vacíos y las vidas sin esperanza; sin duda no hay nada más trágico. La venganza, cómo no, será la salida para muchas de esas situaciones límite, pero resulta desalentador avanzar a través de sus páginas sabiendo cuál es el destino de muchas de esas jóvenes sin futuro.
Más allá de una clase magistral sobre historia y sociología del Japón de principios del siglo pasado "El infierno de las chicas" es una clara denuncia de que la historia de la humanidad está impregnada de injusticias y de normas escritas a conveniencia del sexo masculino. La caracterización de algunos de los hombres de estas historias como grotescos yokai (el equivalente en la tradición japonesa de los trasgos) es uno de los recursos que usa el autor para criticar dicha situación.
No he congeniado en exceso con el libro. Creo que el estilo epistolar, su tendencia al género detectivesco y la extrema dureza de los sentimientos que se relatan hacen de esta una lectura no apta para cualquier momento; quizá en otras circunstancias lo hubiese disfrutado más. De todas formas me han entrado ganas de leer más cosas del autor y espero que la editorial A pesar de sus muchas sombras y pocas luces me quedo con los efímeros destellos de felicidad de las chicas, y también con la belleza de una prosa que se condensa en pequeñas y hermosas dosis de tierna y dolorosa realidad.
nos obsequie pronto con otro de sus textos.Satori Ediciones - Colección Satori Ficción, 6 (978-84-941920-7-4) - 2014
231 páginas