22 feb 2016

A tiro limpio de Boris Vian

Portada de A tiro limpio de Boris Vian
autor: Boris Vian
edición: Tusquets (2009)

una estrella

Tenía a Boris Vian en un pedestal. Y eso gracias a una única y rotunda novela "Escupiré sobre vuestra tumba", una excelsa historia en clave negra sobre los prejuicios, el racismo y la venganza. Pero el mito se ha caído y mis ilusiones se han dado de bruces con el duro y frío pavimento. “A tiro limpio” me ha dejado traspuesto y no para bien. Tras leer el resumen de la contraportada atisbé algo de locura en la trama pero asumí encantado el riesgo confiando que Vian sortearía con elegancia (y con su particular humor) las dificultades de dicho argumento. Pero no ha sido así. La lectura ha resultado ser un fiasco de proporciones bíblicas. Eso sí, su sentido del humor sigue intacto.

Pero cual gato que se lame las heridas he recompuesto los fragmentos de mi vanidad literaria. Volveré a confiar en Vian. ¡No me queda otra! Un par de tomos suyos siguen esperándome en los estantes. Estoy seguro que me aguardan grandes momentos con él pero ahora mismo no estoy por la labor de profundizar más en su obra. Necesito un receso, un período de desintoxicación de este cóctel de alcohol, sexo y sustancias alucinógenas que es “A tiro limpio”.

Sinopsis:

Cuatro son los protagonistas de esta loca historia. Adelfín, refinado aristócrata de dudoso gusto. Serafinio, un übermacho con instintos incontrolables y virilidad a prueba de bombas. El mayor Loostiló, un militar en la reserva amigo del conde y Antioquío, compinche del militar. Todos ellos irán tras un misterioso objeto: el barbarón bífido. Dicha reliquia ha sido sustraída a Adelfín y sustituida por una vulgar imitación. A partir de ahí comienza una desbocada persecución en pos de recuperar la extraña pertenencia. Nuestra cordura se verá resentida. La salud de algunos de los personajes también.

A través de las pocas páginas del libro viajaremos de países exóticos a sótanos tenebrosos. Conoceremos a personajes rimbombantes, a beodos y a monstruos ignotos. Seremos testigos de múltiples explosiones dignas de Hannibal Smith y los suyos. El reguero de muertos que dejaremos tras nuestro es de órdago. Todo ello aderezado con generosas dosis de violencia, excesos varios y locura a tutiplén.

Normalmente suelo escoger para la reseña un texto que enaltezca el carácter general de la obra y que resalte los matices de su prosa. Busco fragmentos significativos de la trama que inviten al lector a querer profundizar en la misma. En este caso en concreto he obviado los pocos párrafos en los que Vian hace gala de su prosa para mostrar sin tapujos la realidad que os encontraréis si os atrevéis con ella. Eso sí, he evitado poner nombres para no hacer spoilers.

'De pronto alargó las manos con los dedos crispados
y agarró por el cuello a X, le hundió el dedo índice izquierdo
en un ojo y, ¡horror!, se lo sacó por el otro y, sujetando
al desgraciado por el puente nasal, a zarpazos con la diestra mano
le desgarró el vientre y las ingles.'

Opinión:

La palabra que mejor define este libro es sinsentido. El tono de la novela, sus personajes, las escenas pasadas de rosca, todo parece fruto de un mal viaje con psicotrópicos. La trama se ampara en un despropósito tras otro, sin tregua ni descanso. Vian se desmarca con un salto al vacío sin red, un triple mortal con todos los visos de acabar en leñazo mayúsculo. Y en mi opinión se la pega. Creo que es la mayor tomadura de pelo que jamás he leído.

Pero seamos positivos. Lo mejor del relato es que está organizado en capítulos minúsculos que se leen del tirón, como escenas de un guiñol que se suceden una tras otra cada vez que se abre la cortinilla. La ironía y el humor negro de su pluma también siguen ahí, incombustibles: el tono irreverente, sardónico y algo chabacano del autor se condensa en personajes como el financiero Chupapela. Las descripciones de algunos de los individuos son, sin lugar a duda, lo mejor del libro. Quizá lo único que me gustó.

Me ha parecido entender que nunca antes se había traducido este original al castellano. ¿Casualidad? Quizás no había nadie tan osado para hacerlo. En definitiva, no creo que pueda recomendar el libro. Más aún después de haberlo dejado a medias cuando se vislumbraba ya el desenlace. Lo he intentado, os lo aseguro, pero me ha derrotado. Por puntos y desgaste, no por KO. Lo único que os puedo asegurar es que no he logrado saber qué es exactamente ese extraño barbarón. Si algún buen samaritano acaba el libro y resuelve el misterio que me lo explique, le estaré muy agradecido.

Ficha:

"A tiro limpio" - Boris Vian
Traducción de Juan Manuel Salmerón
Tusquets - Colección andanzas, 708 (978-84-8383-198-4)
114 páginas

17 jun 2015

Escupiré sobre vuestra tumba de Boris Vian

Portada de Escupiré sobre vuestra tumba de Boris Vian
autor: Boris Vian
edición: Edhasa (2012)

cuatro estrellas

Hace relativamente poco que he decubierto el género negro y estoy en esa fase en que no hago sino descubrir libros y autores maravillosos, aunque sospecho que esta etapa tiene una duración 'ad eternum' pues solo hago que recopilar referencias y recomendaciones de lo más apetitosas. La labor de grandes bloguer@s y de mi profesor de escritura creativa no hacen más que despertar en mí el gusanillo por una narrativa que hasta ahora había defenestrado sin sentido. Fue durante una de esas clases de construcción de una novela cuando surgió el nombre de Boris Vian. Sucedió como si tal cosa, con una simple referencia a un artículo en una revista criminal, pero mi profesor supo aderezarla con maestría con cuatro pinceladas de la vida del tal Vian. Ahí fue donde sin duda me ganó: ¡Joder, yo tengo que leer algo de este tío! Y en una de mis recientes visitas a la biblioteca hallé un ejemplar de “J'irai cracher sur vos tombes”. Escrita en 1946 bajo un seudónimo enseguida se habló (y mucho) de esta obra, presuntamente escrita por un autor afroamericano y cargada de crudeza, violencia y mucho sexo (tradición erótica latina, lo denomina). Pero ya os aviso que hasta aquí llega la impostura de monsieur Vian, en el uso de un seudónimo, pues su prosa es de lo más sincero que he tenido el placer de leer: es directa, instintiva y sobretodo tremendamente adictiva. Vian no se anda con medias tintas ni tampoco deja indiferente. Avisados quedáis.

Sinopsis:

Lee Anderson, ventipocos, de ascendencia negra pero de aspecto caucásico. Llega a Buckton huyendo de algo y se instala allí durante tres meses. En ese tiempo ejercerá de librero en esa pequeña localidad y tiempo tendrá de mezclarse con los lugareños. Conocerá así a la banda de jóvenes que deambulan alrededor de la tienda de libros: a Judy, Jicky, Bill, Betty, Dexter... Se lo pasará bien con ellos pero sobretodo con las chicas, con todas sin excepción. Su acceso al alcohol, su porte y sus dotes musicales (toca la guitarra y canta con voz profunda de soul) le granjearán el éxito inmediato. Nadie sospecha de su pasado oscuro ni de sus razones para recalar allí.

Lee busca venganza. Difiere mucho de su hermano Tom, cuyo talante pausado y creyente le lleva a encajar todos los golpes que le proporciona la vida sin apenas devolverlos, amparando sus actos en la religión y el sentimiento cristiano. Pero Lee no es así. Él desea vengar al chico muerto, causar tanto daño como pueda, guiado por una pulsión salvaje que lo corroe por dentro. Él es un negro duro, se repite a sí mismo, y necesita una víctima sobre la que abalanzarse. Cuando el destino le pone en bandeja a las hermanas Asquith (Lou y Jean) decide aprovechar la ocasión.

La trama policial apenas se atisba en los últimos capítulos: una breve referencia a un sargento y a una patrulla motorizada, poco más. La acción se sitúa aquí en primera persona. Nos introducimos de lleno en la mente torturada de Lee, en sus recuerdos y en sus anhelos, en la incorruptibilidad de su propósito, no exento incluso de cierta pretensión artística. Los 'serial-killers' de las series televisivas de hoy son unos auténticos peleles comparados con Lee Anderson. Y lo peor es que incluso nos cae simpático.

'Se pasaban un poco. Yo procuraba controlar la situación,
porque aún me quedaba algún cliente serio. Pero aquellas mocosas
estaban a cualquier hora del día calientes como cabras,
y tan húmedas que goteaban. Ser profesor de universidad
debe ser un trabajo agotador, si las cosas resultan ya
tan fáciles para un humilde librero.'

Opinión:

La dureza de las escenas, descritas con un detalle que roza lo escabroso y rebasa de largo lo amoral, no están exentas de un humor brillante e inteligente que no hace sino conseguir que las asimilemos con mayor viveza en nuestro subconsciente. Vian es un genio. El tío sabe como escribir, de eso no hay duda. Te hipnotiza, te atrapa y te repele a partes iguales, pero levantar la vista del libro es casi imposible. La novela se devora, y eso es lo mejor que le puede pasar a un libro. ¿Reflexión? Por supuesto. Tendremos tiempo de pensar en ella una vez acabada, pero lo importante es disfrutar del momento. Y también de su demoledor prefacio.

Resulta innecesario que recomiende la novela: es cojonuda, sin más. El estilo gustará o no, ese es otro tema, pero si nos dejamos llevar por la marea de la prosa de Vian es fácil remontar el río montados en la cresta del macareo, yendo contra corriente con una sonrisa estúpida en la cara mientra leemos asombrados página tras página. Vian tiene otras novelas, algunas de las cuales sin duda leeré, pero dudo que ninguna me deje una impronta como esta. "L'Écume des jours", escrita ese mismo año, es otro libro con una pinta genial.

Los amantes del noir seguro conocerán a este enfant terrible de las letras galas, una literatura por otro lado, muy pródiga en el género criminal gracias a la labor de grandes editores y a la gran afición a la lectura. Mi profesor de escritura comentó en clase una anécdota curiosa: ante la pregunta a niños y adolescentes sobre su actividad familiar favorita muchos de ellos contestaron que era ir a comprar libros con sus padres. Es cierto, esta encuesta estaba circunscrita a barrios concretos de París, pero aún así el mérito de la respuesta es increíble. Otra razón para no tener tan mal concepto de nuestros vecinos y comenzar a pensar que quizás tenemos algo que aprender de ellos. Y ya puestos podemos comenzar por descubrir (o profundizar) la obra de Boris Vian, un hombre a quien su obra le causó auténticos quebraderos de cabeza y que fue víctima de la incomprensión por parte de sus congéneres.

Ficha:

"Escupiré sobre vuestra tumba" - Boris Vian
Edhasa (978-84-350-1588-2)
187 páginas