autor: Boris Vian
edición: Edhasa (2012)
edición: Edhasa (2012)
Hace relativamente poco que he decubierto el género negro y estoy en esa fase en que no hago sino descubrir libros y autores maravillosos, aunque sospecho que esta etapa tiene una duración 'ad eternum' pues solo hago que recopilar referencias y recomendaciones de lo más apetitosas. La labor de grandes bloguer@s y de mi profesor de escritura creativa no hacen más que despertar en mí el gusanillo por una narrativa que hasta ahora había defenestrado sin sentido. Fue durante una de esas clases de construcción de una novela cuando surgió el nombre de Boris Vian. Sucedió como si tal cosa, con una simple referencia a un artículo en una revista criminal, pero mi profesor supo aderezarla con maestría con cuatro pinceladas de la vida del tal Vian. Ahí fue donde sin duda me ganó: ¡Joder, yo tengo que leer algo de este tío! Y en una de mis recientes visitas a la biblioteca hallé un ejemplar de “J'irai cracher sur vos tombes”. Escrita en 1946 bajo un seudónimo enseguida se habló (y mucho) de esta obra, presuntamente escrita por un autor afroamericano y cargada de crudeza, violencia y mucho sexo (tradición erótica latina, lo denomina). Pero ya os aviso que hasta aquí llega la impostura de monsieur Vian, en el uso de un seudónimo, pues su prosa es de lo más sincero que he tenido el placer de leer: es directa, instintiva y sobretodo tremendamente adictiva. Vian no se anda con medias tintas ni tampoco deja indiferente. Avisados quedáis.
Sinopsis:
Lee Anderson, ventipocos, de ascendencia negra pero de aspecto caucásico. Llega a Buckton huyendo de algo y se instala allí durante tres meses. En ese tiempo ejercerá de librero en esa pequeña localidad y tiempo tendrá de mezclarse con los lugareños. Conocerá así a la banda de jóvenes que deambulan alrededor de la tienda de libros: a Judy, Jicky, Bill, Betty, Dexter... Se lo pasará bien con ellos pero sobretodo con las chicas, con todas sin excepción. Su acceso al alcohol, su porte y sus dotes musicales (toca la guitarra y canta con voz profunda de soul) le granjearán el éxito inmediato. Nadie sospecha de su pasado oscuro ni de sus razones para recalar allí.
Lee busca venganza. Difiere mucho de su hermano Tom, cuyo talante pausado y creyente le lleva a encajar todos los golpes que le proporciona la vida sin apenas devolverlos, amparando sus actos en la religión y el sentimiento cristiano. Pero Lee no es así. Él desea vengar al chico muerto, causar tanto daño como pueda, guiado por una pulsión salvaje que lo corroe por dentro. Él es un negro duro, se repite a sí mismo, y necesita una víctima sobre la que abalanzarse. Cuando el destino le pone en bandeja a las hermanas Asquith (Lou y Jean) decide aprovechar la ocasión.
La trama policial apenas se atisba en los últimos capítulos: una breve referencia a un sargento y a una patrulla motorizada, poco más. La acción se sitúa aquí en primera persona. Nos introducimos de lleno en la mente torturada de Lee, en sus recuerdos y en sus anhelos, en la incorruptibilidad de su propósito, no exento incluso de cierta pretensión artística. Los 'serial-killers' de las series televisivas de hoy son unos auténticos peleles comparados con Lee Anderson. Y lo peor es que incluso nos cae simpático.
'Se pasaban un poco. Yo procuraba controlar la situación,
porque aún me quedaba algún cliente serio. Pero aquellas mocosas
estaban a cualquier hora del día calientes como cabras,
y tan húmedas que goteaban. Ser profesor de universidad
debe ser un trabajo agotador, si las cosas resultan ya
tan fáciles para un humilde librero.'
porque aún me quedaba algún cliente serio. Pero aquellas mocosas
estaban a cualquier hora del día calientes como cabras,
y tan húmedas que goteaban. Ser profesor de universidad
debe ser un trabajo agotador, si las cosas resultan ya
tan fáciles para un humilde librero.'
Opinión:
La dureza de las escenas, descritas con un detalle que roza lo escabroso y rebasa de largo lo amoral, no están exentas de un humor brillante e inteligente que no hace sino conseguir que las asimilemos con mayor viveza en nuestro subconsciente. Vian es un genio. El tío sabe como escribir, de eso no hay duda. Te hipnotiza, te atrapa y te repele a partes iguales, pero levantar la vista del libro es casi imposible. La novela se devora, y eso es lo mejor que le puede pasar a un libro. ¿Reflexión? Por supuesto. Tendremos tiempo de pensar en ella una vez acabada, pero lo importante es disfrutar del momento. Y también de su demoledor prefacio.
Resulta innecesario que recomiende la novela: es cojonuda, sin más. El estilo gustará o no, ese es otro tema, pero si nos dejamos llevar por la marea de la prosa de Vian es fácil remontar el río montados en la cresta del macareo, yendo contra corriente con una sonrisa estúpida en la cara mientra leemos asombrados página tras página. Vian tiene otras novelas, algunas de las cuales sin duda leeré, pero dudo que ninguna me deje una impronta como esta. "L'Écume des jours", escrita ese mismo año, es otro libro con una pinta genial.
Los amantes del noir seguro conocerán a este enfant terrible de las letras galas, una literatura por otro lado, muy pródiga en el género criminal gracias a la labor de grandes editores y a la gran afición a la lectura. Mi profesor de escritura comentó en clase una anécdota curiosa: ante la pregunta a niños y adolescentes sobre su actividad familiar favorita muchos de ellos contestaron que era ir a comprar libros con sus padres. Es cierto, esta encuesta estaba circunscrita a barrios concretos de París, pero aún así el mérito de la respuesta es increíble. Otra razón para no tener tan mal concepto de nuestros vecinos y comenzar a pensar que quizás tenemos algo que aprender de ellos. Y ya puestos podemos comenzar por descubrir (o profundizar) la obra de Boris Vian, un hombre a quien su obra le causó auténticos quebraderos de cabeza y que fue víctima de la incomprensión por parte de sus congéneres.
Ficha:
"Escupiré sobre vuestra tumba" - Boris Vian
Edhasa (978-84-350-1588-2)
187 páginas
Edhasa (978-84-350-1588-2)
187 páginas
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