autor: Emilio Bueso
edición: Valdemar (2015)
edición: Valdemar (2015)
La prosa de Emilio Bueso es como una madita droga, una buena dosis de terror chutado directamente en vena. Y como tal provoca adicción. Así que tras ir a Gigamesh para asistir a la presentación de su último libro y escucharle hablar del mismo salí de allí con mono. Y es que el tío habla como escribe, o quizás al revés; en todo caso ahora entiendo muchas cosas. Total, que abandoné el templo del vicio en la ciudad Condal traspuesto, algo loco y dispuesto a hacer algo que jamás antes había hecho.
“Ahora intenta dormir” ha logrado robarme algunas horas de sueño, ha conseguido relegar al resto de lecturas a un momentáneo ostracismo e incluso ha pospuesto otras reseñas que tenían prioridad o que incluso ya tenía listas. Confieso que es la primera vez que traiciono de tal forma mi lista de reseñas a publicar, pero no he podido evitarlo. Necesitaba traerlo al blog. Así que hoy llega a Otranto un conjunto de relatos que ha irrumpido con la fuerza de un huracán en mi mente. Finalmente está aquí, para todos vosotros.
Sinopsis:
El terror suele ir acompañado de la oscuridad: la noche inundando las solitarias calles de un pueblo, un mísero cuartucho en el sótano iluminado por una bombilla desnuda, un bosque indómito bajo las constelaciones del cielo septentrional. Pero en él también hay luz, así lo cree Bueso, y por ello inicia esta serie de pesadillas con un relato deslumbrante de lo más cautivador.
Comienza bien, con un primer relato original y arriesgado. El segundo está algo más trillado. Y de repente la tercera historia, una paranoia surgida de los efluvios del vino de tetrabrik, el primer puñetazo directo a la boca del estómago. “Lamphead” es un relato soberbio, de los que te hacen flipar y preguntarte ¿cómo he llegado yo hasta aquí? Sigue con “La resaca de ella”, un hermosísimo relato sobre la pérdida y con “Abuela” una historia a la americana repleta de cotidianidad tenebrosa y jodidamente chunga. Tras ella “Innsmouth, Massachusetts”: solo con el nombre ya me tiene ganado. “Controller” es un inédito, un retrato mordaz de una sociedad consumista, sin apenas valores. Y nos vamos de viaje hasta Corea del Norte con una ghost story muy particular: en este país lo tenebroso no son las noches ni sus moradores, lo que acojona de verdad es el yugo de la dictadura al que el pueblo se ve sometido. “De lobos y hombres” saca nuestra pulsión más animal, lo que Hobbes ya vaticinaba en su “Leviatán”: el hombre, el lobo y la búsqueda del placer. El límite lo ponen las leyes y las normas, pero por suerte en este libro no las hay.
“Cartero de medianoche” retoma una senda onírica que está presente en buena parte de los relatos, pero aquí se materializa de lleno. En “Dial” la pesadilla se torna fantasmagórica y muy real, con sus personajes actuando como títeres cuyos hilos maneja el mismísimo diablo. El propofol y los hospitales también provocan malos viajes, en este caso en un tren que se aleja de una ciudad extraña para ir no se sabe bien a dónde. El cambio climático viene condensado en tres pequeños relatos cargados de tormentas, ventiscas de nieve y deshielo a nivel planetario. Y también de moralina. Tres fábulas que presagian que el mundo se va al garete en muchos sentidos: “La próxima vez que se desate la tormenta...”, mordaz y corrosiva, y el “Snowpiercer” marino son tremendos. “Me sigue desde hace rato” es un excelente trabajo asentado en nuestros miedos, que siempre nos persiguen. “Bola de mierda” es cojonuda y “El hombre revenido” es uno de los mejores relatos cortos sobre vampirismo que he leído jamás, un broche final perfecto para un conjunto de relatos excepcionales.
'Mi abuela ahora es una sombra deforme de extremidades alargadas
que conduce envuelta en una bandada de cuervos. Lleva por corona
el sombrero rojo sangre del espantapájaros. Grazna y brama.
Tiene un ojo que centellea con una luz azul. Pasa por encima de
Will Garrett y lo cosecha como a una caña de mazorcas. La máquina
traga, masca, cruje, trilla y luego caga ordenadamente a Garret.
Lo rojo lo escupe bien cribado por el extractor principal y lo blanco
lo reparte entre la tolva de la panoja y el colector de piedras.
Adiós, Garrett.'
que conduce envuelta en una bandada de cuervos. Lleva por corona
el sombrero rojo sangre del espantapájaros. Grazna y brama.
Tiene un ojo que centellea con una luz azul. Pasa por encima de
Will Garrett y lo cosecha como a una caña de mazorcas. La máquina
traga, masca, cruje, trilla y luego caga ordenadamente a Garret.
Lo rojo lo escupe bien cribado por el extractor principal y lo blanco
lo reparte entre la tolva de la panoja y el colector de piedras.
Adiós, Garrett.'
Opinión:
El Club Diógenes de Valdemar es otra división. Supone jugar con los más grandes, en la Champions League de los libros de terror. Stoker, Poe, Bierce, Machen, Radcliffe, Potocki,… Y ahora Bueso. La edición es fabulosa y la portada de Beksinski una auténtica pasada. Valdemar apuesta por la calidad en esta colección y esta no solo se limita a su contenido.
Este conjunto de 18 relatos contiene buena parte de la producción de textos breves de Emilio Bueso; desde sus inicios (allá por 2007) hasta la actualidad. Cada relato viene con una introducción del propio autor. Una nota breve, un porqué, un brainstorming. En ellos Bueso se confiesa: él no es escritor de relatos, más bien de novelas. Pero a veces necesita dar salida a esos fogonazos que estallan en su cabeza, esas ideas locas que solo pueden acabar en un relato breve de cinco, diez o cuarenta páginas. Estos mini-prólogos son deseo expreso del autor y pretenden inmiscuirnos de lleno en la lectura, hacernos partícipes de cada una de esas locuras suyas. Aunque no lo parezca las historias están interconectadas, hilvanadas con maestría en este volumen. De ahí la secuencia escogida: ni cronológica ni al azar. El autor desea conducirnos, guiarnos por su tortuosa vereda hasta el fin, un relato subyugante que él tenía muy claro que tenía que cerrar esta antología.
Todos los relatos son muy buenos. Es más, la mayoría son excelentes. Esto es algo difícil en una antología de un mismo autor, pero Emilio Bueso lo logra con soltura. El género está presente en todos ellos. Bueso se define un autor de género y asevera que difícilmente lo abandonará. El terror siempre es un tema de actualidad: el fanatismo, la religión o la política se alimentan de él, nos guste o no. -¿Hay algún escenario más terrorífico que la actual Corea del Norte? -soltó el autor en la presentación. No era una pregunta, más bien una afirmación. -El terror nos define -aseveró-, aunque ello sea contradictorio. Una definición categoriza, pero el terror de cada uno es diferente y muy personal.
Poco más puedo decir, solo que ya tardáis en ir a vuestra librería de referencia a por esta joya. Emilio Bueso es un tío que va de cara: escribe como habla, no engaña a nadie. Es impulsivo pero se permite hacer filigranas para encontrar la frase perfecta. Es rudo y directo pero planifica su prosa como un cirujano abriendo un cadáver, seccionando tejido y provocando reacciones viscerales en el lector. Él hace del terror un arte y encima tiene el don de la palabra, que no es poco. Solo os propongo una cosa: id a la librería y coged un ejemplar de “Esta noche arderá el cielo”. Abrid el libro por el principio y leed tan solo la primera línea. Eso es Bueso en estado puro. Si no os convence dejadlo, no es lo vuestro. Pero si os fascina ¡sed bienvenidos! El terror patrio tiene mucho futuro y es en gran parte gracias a profetas como Emilio Bueso.
Ficha:
"Ahora intenta dormir" - Emilio Bueso
Valdemar - El Club Diógenes (978-84-7702-814-7)
324 páginas
Valdemar - El Club Diógenes (978-84-7702-814-7)
324 páginas
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