por Nathaniel Hawthorne
La lectura de cualquier novela de Hawthorne supone, en si misma, un auténtico placer. Pocos autores tienen el don de una pluma tan soberbia, elegante y extrañamente mágica como la del escritor estadounidense. Contemporáneo de Edgar Allan Poe, es uno de los precursores de la literatura norteamericana moderna, un clásico de la literatura fantástica allende los mares.
Tras la publicación de su extraordinaria novela 'La casa de los siete tejados' Hawthorne aborda el reto de elaborar una recopilación de relatos clásicos adaptados para la lectura infantil. A base de observar el comportamiento de sus hijos (su gusto por los cuentos, su natural instinto de curiosidad,...) llega a la conclusión que los niños son capaces de entender historias complejas y profundas, siempre y cuando se las libere de ambigüedades. Es por ello que escoge unas pocas historias de la mitología clásica y las adapta bajo su peculiar visión (llegando incluso a afirmar que sus variaciones ayudan a embellecer las obras) para que puedan ser comprendidos por niños y niñas.
Inspirado por el Romanticismo alemán Hawthorne impregna a sus relatos de un aura mística que bebe directamente de la mitología clásica, resaltando aspectos como la belleza de los paisajes, el poder de las fuerzas de la naturaleza, la naturaleza maligna de la sociedad (que no del hombre),... Mediante poderosas descripciones visuales de los protagonistas, que cambian sus nombres originales por otros más sugerentes y divertidos, Hawthorne consigue suavizar los textos clásicos, envolviéndolos con gasas y cintas de colores muy atractivos para una mente juvenil ávida de aventuras.
Las diferentes historias se transmiten oralmente a un grupo de niños a través de un personaje mayor que ellos, un personaje que para el grupo de críos se transforma en una figura regia, digna de respeto, aunque no deja de ser poco más que un adolescente a caballo entre la vida adulta y el fin de la infancia. En ningún momento las historias pierden su fondo ni su fuerza, manteniendo en todo momento el tono moral de las mismas, mostrando las crudezas y lo más bajo del género humano, pero rodeándolas de personajes fantásticos que hacen las delicias del imaginario infantil; así pues tres brujas que comparten un único ojo apenas causan terror en la mente de los niños, mas bien provocan curiosidad e incluso resultan jocosas por lo grotesco de sus formas y de sus nombres.
Nos encontramos pues ante un buen libro que los seguidores de Hawthorne podrán apreciarán en mayor medida pero que, al estar claramente enfocado a un público infantil y juvenil, puede no resultar apto para todos los gustos. Para disfrutarlo hay que leerlo con los ojos de un niño, hay que dejar volar la imaginación y dejarse llevar por los recuerdos de una infancia que a veces nos puede resultar difusa y casi olvidada.
6/10
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