9 jul 2015

Destinos truncados de Arkadi y Boris Strugatski

Portada de Destinos truncados de Arkadi y Boris Strugatski
autor: Arkadi y Boris Strugatski
edición: Gigamesh (2003)

cuatro estrellas

Antes que nada deseo agradecer de corazón la encomiable labor de traducción la de fabulosa editorial Gigamesh con los hermanos Strugatski. Ilusionado como estaba por la noticia de la publicación por parte de esta misma editorial de “Picnic extraterrestre” hice una incursión en la biblioteca para ver qué obras encontraba de estos escritores. Tenía unas ganas tremendas de leer el texto que había inspirado a otro genio ruso, Andréi Tarkovski, para hacer ese monumento del cine que es “Stalker”, pero antes de abordar la novedad editorial prefería descubrir la literatura de estos hermanos, mezcla heterogénea de científicos y humanistas, por otra vía. Así cayó en mis manos "Destinos truncados", un relato de ciencia-ficción donde apenas hay ciencia-ficción, una obra extraña y compleja que atrapa a medida que se profundiza en ella y que acaba dejando la sensación de encontrarnos ante una auténtica obra maestra: una oda a la literatura, a los sentimientos y al intelecto humano, nuestros bienes más menospreciados.

Sinopsis:

Esta es una novela escrita a cuatro manos y a narrada a dos voces. Nos encontramos con dos personajes masculinos, maduros ambos, que ven pasar los días anodinos parapetados tras sendas crisis de identidad. Los dos se dedican a temas relacionados con la escritura: son personajes cultos, críticos, inconformistas, pero a la vez llenos de profundos temores. Félix Sorokin, 56 años, milagroso superviviente de una guerra pretérita. Tiene una hija, Katia. Escritor que vive de la fama de una única obra, especialista en comenzar mil proyectos pero dejarlos a medias archivados en su carpeta azul. Víktor Bánev. Enamorado de Diana, una bella mujer que trabaja en un sanatorio. Tiene también una hija, Irma, una joven a la que interesan en demasía los leprosos que vagan a sus anchas por las calles de la ciudad. Víktor es un intelectual duro de pelar en las tertulias alcoholizadas con sus colegas, pero incapaz de enfrentarse a la capacidad de raciocinio de un grupo de mocosos.

Se mezclan aquí dos mundos (los de sendos personajes) que no tienen por qué confluir, si bien podría tratarse del mismo. Resolver esa incógnita tampoco es la finalidad de esta reseña, así que cada uno piense lo que quiera. Félix es incapaz de acabar ningún relato desde hace tiempo. Guarda esos sueños, en forma de manuscritos inacabados, en su preciada carpeta. Pero un día es requerido en la misteriosa sede de la calle Bánnaia: debe presentarse en la oficina llevando alguno de sus escritos para pasar una prueba o algo por el estilo. Pero él pospone la visita de rigor todo lo que puede amparándose en citas en el club para comer y conversar con sus colegas. Sus más oscuros temores le hacen recelar de la calle Bánnaia, sobre la que circulan multitud de rumores (la rebelión de las máquinas, el ocaso de los escritores, el CPLT, un artilugio capaz de medir el índice de genialidad de un autor,...). Curiosamente no es hasta la página 142 que aparece con detalle esta sede. Pero la espera vale mucho la pena. Las dos páginas donde se nos describe su llegada al instituto son sublimes: el absurdo de la burocracia y los estamentos rusos son llevados al extremo y aderezados con esa pátina tan atractiva que es la decadencia del mundo soviético.

Víktor debe afrontar un enorme reto cuando se encuentra ante un auditorio lleno de jóvenes estudiantes. Ese fatídico día comprueba que la realidad del país es de lo más lamentable: mientras políticos, ideologos y demás hombres poderosos se limitan a comer y beber hasta rebentar el poder de la revolución y la chispa del cambio residen en la mente de los jóvenes escolares, personificados en un chico con acné cuya capacidad de razonamiento lo pondrá en serios apuros. Además el mal de los gafudos (una enfermedad genética similar a la lepra) afecta a buena parte de la población. Señalados como responsables de la mayoría de los males a ellos se les atribuyen la lluvia y el mal tiempo, las enfermedades que asolan la ciudad o el descenso del turismo en los balnearios. Se les acusa incluso de corromper a las nuevas generaciones. Su amigo Gólem, partidario de los gafudos, será tachado de criptocomunista y, junto con Diana, obligarán a Víktor a posicionarse en uno u otro bando.

'El escritor es un instrumento que muestra el estado de la sociedad,
y sólo es una herramienta para cambiar la sociedad en un grado mínimo.
La historia muestra que la literatura no cambia la sociedad,
sino las reformas o las ametralladoras, y ahora también la ciencia.
En el mejor de lso casos, la literatura muestra contra quién hay que disparar,
o qué debe ser cambiado...'

Opinión:

Leer a los hermanos Strugatski no es fácil, ya os lo anticipo. Tienen un bagaje literario descomunal (comenzando por las referencias a Bulgákov y siguiendo por el resto del elenco de grandes escritores rusos) y van a la zaga en disciplinas como la cinematográfica (el ya mencionado Tarkovsky y muchos otros). Su narrativa tiene ese aire clásico de la literatura rusa de los siglos XIX y XX, repleto de personajes grises y bastante insignificantes a pesar de sus pretensiones. Individuos que se creen grandilocuentes pero que nos son más que hormigas en una caótica y gigantesca sociedad rusa donde trepas, colegas vagos y superiores corruptos no dudan en tratarlos como lo que son, simples insectos. Pero si uno se sobrepone al impacto e incomprensión de las primeras páginas hallará un mundo maravilloso, absurdo, onírico y de elegante decadencia no exento de paralelismos con la realidad. Pero sobretodo descubrirá una experiencia de lo más gratificante.

La lectura va de menos a más, amparada siempre en el viejo estilo ruso, ese del que tanto disfruté con los maestros: Chéjov, Tolstói, Gógol, Dostoyevski,... Debo reconocer que en las primeras páginas no tenía muchas esperanzas pues andaba algo perdido, pero ahora mismo tengo unas ganas locas de leer más cosas de estos hermanos. Más aún cuando desde el twitter de la propia Gigamesh me han recomendado “Qué difícil es ser Dios”, un libro que sin duda caerá en breve, cuando me haya tomado un respiro y me haya repuesto de este enorme shock literario.

Ficha:

"Destinos truncados" - Arkadi y Boris Strugatski
Gigamesh (978-84-932702-0-2)
312 páginas

3 comentarios:

  1. Yo he terminado de leer la novela ayer y aunque no la encontré tan redonda y premiada como otras suyas sí que disfruté, y a ratos una barbaridad. Hacerme reír a mi edad ya no es tan fácil y con este par de pillos rusos solté más de una y más de dos carcajadas. Soy un fan suyo y me he inspirado en sus obras a la hora de escribir las mías.

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    1. Buenos días Daniel,

      Muchas gracias por visitar Otranto. Desde luego los hermanos Strugatski tienen un humor muy particular. En esta obra el aspecto humorístico es más destacable que en otras como Qué difícil es ser un dios, o por lo menos me ha dado esa sensación. La editorial Sexto Piso está a punto de publicar Mil millones de años hasta el fin del mundo (http://www.sextopiso.es/esp/item/380/mil-millones-de-anos-hasta-el-fin-del-mundo). Yo no la he leído pero promete mucho. Quizás a tí también te interese.

      Gracias por tus palabras. Un fuerte abrazo.

      @pancromatic

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  2. Pues la apuntaré por si la encuentro. Suerte y gracias.

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