autor: Víctor del Árbol
edición: Destino (2016)
edición: Destino (2016)
Desde siempre he sido reacio a leer libros ambientados en la época más negra de España. Sinceramente, ya vivimos tiempos suficientemente oscuros como para querer rebuscar en el lodo de la memoria histórica y encontrar según que cosas; más bien tiendo a leer cosas que me evadan de la realidad, que para desgracias suficiente tengo con levantar la vista de los libros y poner la televisión. Pero todo cambió con Víctor del Árbol, autor del libro que hoy nos ocupa. Tantos halagos escuché de su obra (sobre todo de “Un millón de gotas”) que hace tiempo busqué en la biblioteca algo suyo y di de bruces con “La tristeza del samurái”. Como no era muy afín a la temática lo fui dejando para acabar otras lecturas previas y, cuando finalmente me decidí a leerlo, me encontré con un libro maravilloso: a pesar de la dureza de lo narrado la prosa del autor era tan absorbente, depurada y hermosa que me enganchó de lleno. Por desgracia el tiempo se me había echado encima y venció el préstamo de la biblioteca, así que lo devolví sin acabar. Pero subsané en parte mi error en una librería de viejo pues encontré un bonito ejemplar que guardo en casa para volver a leer cuando pueda.
Ante la reciente publicación de su nueva novela no me lo pensé ni un segundo y me lancé a leer “La víspera de casi todo” (premio Nadal 2016) para ver si las sensaciones que recordaba se repetirían. Y debo reconocer que sí, que he disfrutado un montón y que durante unos días he vivido (y he padecido) con todos sus personajes. Porque Víctor del Árbol es, a mi humilde parecer, uno de los mejores escritores españoles del momento, quizá el mejor que yo haya leído, y cualquier libro suyo tiene una calidad literaria innegable y es sinónimo de disfrute máximo.
Sinopsis:
Ibarra es un policía hastiado, condecorado en su momento por la resolución de un caso escabroso que le granjeó una fama y un reconocimiento mediático que él no deseaba. Acosado por aquellos que le odian y por el recuerdo de la niña muerta decide abandonar Málaga y trasladarse de nuevo a su tierra, Galicia. En La Coruña intentará retomar su vida lejos de los flashes y de los recuerdos que lo torturan, aunque es difícil olvidar cuando uno lidia a diario con la muerte y la locura.
Su hijo Samuel, aquejado de un extraño síndrome de origen genético, es el único punto débil de este hombre rudo y curtido; Samuel, el gnomo, a quien todos vilipendian por su físico sin apreciar su sensibilidad o sus dotes para la música. Tal es la hipocresía de la sociedad actual, que solo reconoce las cualidades físicas sin mirar más allá. Su mujer Carmela usa el yoga como vía de escape para abstraerse del entorno e intenta inculcar a su marido la filosofía zen y los beneficios de la meditación, pero él prefiere buscar consuelo en la botella y las prostitutas. Estando de turno de noche Ibarra recibe una llamada del hospital: una mujer allí ingresada reclama su presencia. Este nuevo personaje abrirá profundas heridas que Ibarra creía cicatrizadas pero también logrará suavizar el carácter de un hombre que ha abierto su corazón en muy pocas ocasiones.
Paola llega a una casa de huéspedes sita en un remoto paraje de la Costa da Morte huyendo de algo. Dolores, la portuguesa, regenta el hostal. Recibe a la nueva inquilina con cierta desconfianza pero acaba por aceptar su presencia pues ella también fue una extranjera hasta hace bien poco. En el pueblo cercano vive Mauricio, un hombre mayor, emigrante argentino, que hace buenas migas con Dolores pues de vez en cuando les gusta reunirse para beber y recordar. Daniel es el nieto de Mauricio y a pesar de su juventud lleva una pesada carga en su conciencia. Junto con él deambula Martina, la hija de Dolores, una joven de fuerte carácter, salvaje como un animal. El turbio pasado va en pos de todos ellos y acabará entrelazando sus destinos, amenazando con devolverles a una realidad que quizás no quieren ver y mucho menos vivir.
'La carretera bordeaba peligrosamente la costa
esperando un descuido en cada curva para precipitarse
al vacío. Paola conducía con una ferocidad inconsciente
y jovial, como si fuera el auriga de cualquier dios inmortal.
Se reía y hablaba muy alto para hacer llegar su voz
por encima del rugido de los rompientes. Cuando se acercaba
peligrosamente al abismo, las olas salpicaban el parabirisas
y les rociaban la cara con una delgada cortina
de cristales espumosos.'
esperando un descuido en cada curva para precipitarse
al vacío. Paola conducía con una ferocidad inconsciente
y jovial, como si fuera el auriga de cualquier dios inmortal.
Se reía y hablaba muy alto para hacer llegar su voz
por encima del rugido de los rompientes. Cuando se acercaba
peligrosamente al abismo, las olas salpicaban el parabirisas
y les rociaban la cara con una delgada cortina
de cristales espumosos.'
Opinión:
El poder de las palabras sobre la memoria es maravilloso: algo tan simple como el abuelo de Germinal fumando Bisonte es pura magia para mí. Víctor del Árbol es un mago de las palabras y da gusto devorar sus páginas. A medida que leía el libro resaltaba un párrafo tras otro, paladeando sus frases con fruición, a ver si se me pegaba algo; me conformaría con una parte infinitesimal de su talento a la hora de escribir.
La historia es triste pero hermosa, con unas tramas muy bien trenzadas. Sus personajes son de los más ricos que he tenido la fortuna de leer. Quizá estos se me antojan menos redondos que los del samurái, pero aun y así son maravillosos: son humanos, llenos de achaques y defectos, con múltiples capas que se superponen como estratos geológicos que el tiempo ha ido depositando. Todos tememos contagiarnos de la locura y sus personajes no son una excepción, sobre todo en esta novela. El autor narra con maestría la lucha de algunos de ellos por evitar caer en ese fangoso y oscuro rincón de la mente que conlleva la perdición.
Que un servidor recomiende “La víspera de casi todo” resulta absurdo: cientos de personas lo han hecho antes que yo y además el texto ha sido galardonado con un premio tan notorio como el Nadal. Ya de por sí esas son buenas razones para leerlo. Además están sus obras anteriores, esas que han sentado una sólida reputación que sus lectores no hacen sino prodigar. La calidad de su prosa está ahí y ahí seguirá, de eso no hay duda. Cualquier libro que publique Víctor del Árbol merece la pena ser leído, es más, merece ser reverenciado como lo que es: una obra de arte, literatura en mayúsculas.
Ficha:
"La víspera de casi todo" - Víctor del Árbol
Ediciones Destino - Colección Áncora y Delfín, 1360 (978-84-233-5065-0)
411 páginas
Ediciones Destino - Colección Áncora y Delfín, 1360 (978-84-233-5065-0)
411 páginas
No hay comentarios:
Publicar un comentario